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martes, 1 de febrero de 2011

Nunca estuvo bien leer diarios ajenos


Hoy es 1 de febrero. Sólo escribo porque no puedo dormir. Otro día dulcemente horrible. Hemos vuelto a hablar durante horas, y a la vez que me relamo los labios por verle, estoy muy asustada. Parece que los planetas se alinearán y que algo va a ocurrir. Y yo aún no sé si quiero que eso pase. Por otro lado, el insomnio no se apiada de mí, esta noche me he dormido a las 5 de la mañana, a las 8 ya estaba ojiplática. No he podido dormirme, a pesar de haberme quedado para descansar el dolor de cabeza que me acecha durante días. Mi madre sabía perfectamente por qué me había levantado más tarde de lo habitual, y aún así me ha dejado como una vaga despreocupada delante de todos. Si qué más da... Ya son dieciocho años quedando como la típica pasota que no se preocupa de nadie, que no tengo aprecio a nada, dicen. Y quizás sea la única que realmente se preocupa por los demás. Ninguno sabe todo lo que llevo a mis espaldas, y todo lo que tengo que fingir para no preocupar, al fin y al cabo, la atención siempre es para los mismos. Lo que a mí me ocurra nunca tendrá importancia, "cosas de la edad", dicen... Ya, claro. Porque ver desde pequeña la depresión personificada en tu madre es fácil, y no poder estar mal porque no sería justo también es por la edad, ver cómo tu hermana no llega a fin de mes, cómo ha convertido su vida en algo que ella realmente no eligió. Que tu padre se encuentre con esas papeletas al llegar del trabajo, que lo pague contigo cuando realmente no tienes nada que ver, pero, aún así, asentir y sonreír, y amargarte una vez que estés sola, con la puerta trincada y la música alta. Será por eso que es mejor actuar, colocarte una falsa valentía como sonrisa, y adelante. Para ellos siempre seré lo mismo, ninguno se ha dignado a intentar conocerme. La única es mi hermana, y ya ves, la confianza no es mi punto fuerte. Me daría por llorar con sólo intentar explicarle alguno de mis problemas, no sé si es la culpabilidad de haber llegado al punto de ser desconocidos en las mismas cuatro paredes, pero ya me pasó lo mismo cuando se enteró de que me provocaba el vómito por darme asco a mí misma; tampoco apoyó la idea de llevarme a un psicólogo. En los peores momentos he estado más que sola aquí, no pueden pretender que confíe, si siempre me acaban fallando. No sé a qué viene esta reflexión, si es lo mismo de cada día. Será por intentar hacer la montaña más pequeña. Montaña... A la montaña me iría yo, y respirar, tan fuerte que se rompa el aire, aunque esta vez, si no respiro, es por no ahogarme. Intenta no respirar... Mañana más.


Y ahora aquí te ves, teniendo el tesoro más preciado de tu hermana entre manos y lágrimas. ¿Qué harás ahora? Si no finges que no sabes nada, ella posiblemente pierda la esperanza en poder confiar en ti, pero, si pasas de largo, posiblemente se ahogue en tanta mierda. Te sientes realmente mal. Tiene razón en todo. Sí que ha sido cabeza loca en algún momento, pero quizás era la reacción a sus problemas. Siempre te pareció tan pequeña... Se te ha escapado de las manos sin darte cuenta. Sabías que últimamente no le iba bien, y aún así no le tendiste tu mano. La impotencia te reclama en cuerpo y alma, no puedes hacer nada por ayudarla, no querrá saber de ti si se entera de esto. Desde un principio sabías que no estaba bien leer diarios ajenos, y aún así lo hiciste. Hay cosas que el humano no debería conocer, pero ya está hecho, y ahora tú también tendrás culpa de su ahogo, porque lo sabes, sabes que se marchita por dentro, y que no es como creíais todos. Puede que sea ella realmente la única que padece los problemas de los demás. Que aprecie, sí, os aprecia a todos, incluso más que lo que vosotros le habéis demostrado a ella. Nunca fueron peores tiempos.


B.

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La frase en negrita es de la canción Al respirar, de Vetusta Morla, la inspiración que me ha arrancado de los folios llenos de teoría porque no aguantaba más.
El texto tiene parte de realidad y parte de ficción. Cuando era pequeña, me leyeron mi diario. Dejé de escribir en él, incluso lo destruí. Pero he vuelto a retomar el boli nocturno, porque si no, la ansiedad me comería aún más. El insomnio, por desgracia, tampoco es ficción. No puedo dormir desde hace días, y el dolor de cabeza que le prosigue, me va a reventar las sienes. Sólo pienso en qué ocurrirá, sólo sueño cosas que no debería. La hostia puede ser grande, y tan sólo quedan 3 días.

Aquí dejo la canción. Estoy viciada.
http://www.youtube.com/watch?v=xM4Rldp9QWA

4 comentarios:

  1. Dios, no se si es el hecho de que haya leido esto a las 3:25 de la mañana, pero me he quedado to loco ajajajaja
    A ver, no se que es lo que va a pasar en esos 3 dias ni se por que no puedes dormir, pero no deberias estar asi. Lo que tenga que ocurrir, ocurrira. Yo tambien he tenido epocas asi, pensando en que iba a pasar, en como iba a terminar la cosa, en que era verdad y que era mentira. Y creo que sabes a que me refiero. Deberias dejar de comerte la cabeza, y simplemente olvidarte del tema hasta que ocurra.

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  2. Definitivamente hay épocas malisimas y situaciones que nos superan.. y días en los que vemos las cosas claras.. otros en las que las vemos tremendamente confusas...
    Sabes que sigues teniendo apoyos, aunque no estén dentro de esas cuatro paredes. Ánimo.
    te sigo :)

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  3. Pues esperemos que la ficción nunca traspase los umbrales de la realidad y que la realidad vaya a mejor...

    Es inevitable pensar, rayarse, confundirse a uno mismo... pero es inútil hacer cábalas de qué pasará o qué no pasará... las cosas suceden y punto, desde mi condición de ateo, no creo que haya nada "escrito", ni un destino... en 3 días pasará lo que pasé y puede que haya un motivo para ello o no...

    PD: Qué pedazo de canción!

    Salud!!

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  4. Arriba!!! Mándalo todo a tomar por culo y olvídate del mundo. A mi de vez en cuando me funciona. Y si esta no es una de esas veces... coge aire y a aguantar lo que venga...

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